Iglesia de San Vicente mártir

Munitibar-Arbatzegi-Gerrikaitz

Una iglesia para un importante cruce de caminos

Cronología: siglo XIX (1851)
Estilo: Neoclásico
Autoría: Mariano José de Lascurain y Juan de Lejalde (arquitectos); Fray Marcos de Santa Teresa (tracista de la torre)
Municipio: Munitibar–Arbatzegi-Gerrikaitz

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Vicente de Huesca vivió en el siglo IV y fue diácono en Zaragoza. Perseguido y condenado a muerte por ser cristiano, sufrió un largo y penoso martirio. Se le representa como un hombre joven, vestido de diácono con una capa abierta por los lados llamada dalmática. En su mano izquierda lleva una hoja de palma, símbolo de victoria desde la Antigüedad, que representa su triunfo sobre la muerte.

Historia

Según el historiador Iturriza, la fundación de una iglesia dedicada a San Vicente sobre la loma de Arbatzegi parece que se remonta al siglo x, pero los datos de que se disponen nos hablan de que fue el bachiller García Martínez de Careaga, quien compró el patronato del templo originario en 1478, y su nieto, Martín Ruiz de Arteaga, el que decidió en 1550 trasladar la parroquia al lugar de Munitibar, por ser éste el centro más poblado de la feligresía. Hubo tensiones e incluso violentos enfrentamientos físicos entre los vecinos partidarios del cambio y quienes se oponían a variar el asentamiento de la vieja iglesia, pero al final se alcanzaron unas mínimas bases de acuerdo el 28 de Marzo de 1557, iniciándose la fábrica del templo actual en unos terrenos comprados a Pedro de Zubicoa, alias «Olajuana». Sin embargo, la obra se dilató mucho en el tiempo por falta de dinero y para el siglo xvii se encontraba muy deteriorada. La fisonomía actual del templo se debe a la reedificación llevada a cabo entre 1850 y 1851.

Edificio

Iglesia de una sola nave con cabecera rectangular y dos capillas bajas abiertas en los laterales. Se cubre con bóveda de lunetos donde se abren los ventanales adintelados en la nave central y termales en las capillas. Destaca el coro alto a los pies del templo, desde donde también se oía la misa. Los accesos se sitúan uno en el norte, que era el paso al antiguo cementerio de estilo neoclásico, y otro al sur, de estilo renacentista, que cuenta con las armas de los Arteaga. Sin embargo, el acceso principal es un arco de medio punto cajedado del siglo XVI con aguabenditera. Cuenta con un pórtico con ocho columnas toscanas que provienen del desaparecido palacio Jauregi del siglo XVII, demolido en 1957. La torre campanario porticada en la parte baja es obra barroca trazada en 1724 por Fray Marcos de Santa Teresa y ejecutada por el cantero de Berriz, Pedro de Arguinzóniz.

Interior de la iglesia de San Vicente mártir

Las capillas se sitúan a ambos lados de la cabecera

Bóveda sobre lunetos en la cubierta del templo

Ventanas adinteladas rasgadas en la bóveda

Acceso norte que antiguamente daba paso al cementerio

Armas de los Arteaga junto al acceso sur

Portada principal en medio punto cajeado realizada en el siglo XVI

Pórtico sobre columnas toscanas procedentes del desaparecido palacio Jauregi del siglo XVII

Torre campanario trazada en 1724 por Fray Marcos de Santa Teresa

Ajuar

El retablo mayor es un interesante mueble barroco que se compró en Gerrikaitz en 1685 y fue transportado en carretas hasta la parroquia de Arbatzegi. Se distribuye en tres calles, con la imagen en el centro del titular, San Vicente mártir, del siglo XVII. bajo esta imagen hay un Cristo crucificado, de anatomía marcada en los nervios de los brazos pero de factura delicada en el rostro, pudiendo ser de época renacentista, en su etapa manierista. A los lados de San Vicente se hayan las esculturas de San Vicente de Padua, que vuelve su rostro al Niño, y un San Pedro. En el banco dos figuras de factura moderna completan la imaginería del conjunto. En la construcción del retablo destacan las columnas salomónicas y la profusa decoración de hojas y telas que lo adornan, a lo que se une en el ático los escudos de los patronos, la familia Arteaga.
Flanquean al mayor, dos pequeños retablos a cada lado del presbiterio. El del muro del Evangelio, a la izquierda del altar, dedicado a María, que aparece con el niño sobre la rodilla izquierda, es una Andra Mari de factura muy delicada en el rostro, con la típica sonrisa gótica y rasgos muy finos. En el muro a la derecha del altar, la Epístola está el retablo de la Virgen del Rosario en actitud orante con las manos entrelazadas, cuyo rostro delicado y ropajes la enmarcan en el Barroco.

En la capilla del Evangelio hay un retablo con diversas figuras como la Virgen y San José con el Niño, y en la de la Epístola, uno dedicado a San Joaquín y Santa Ana.